¡Qué maravilloso sería que echáramos a nuestro bebé a dormir y lo hiciera de un tirón y sin llorar! En este artículo vamos hablar de algunas circunstancias que perturban el sueño de los niños, como los terrores nocturnos y las pesadillas y ,de forma general, de dos corrientes que existen respecto al sueño: las basadas en la crianza natural y en el colecho y las sustentadas en la psicología conductual como el método Estivill, el alejamiento progresivo o el refuerzo positivo; profundizando un poco más en ellas en otros artículos.
Foto por Morten Liebach
Cómo enseñar a dormir a un niño
Los bebés tienen un sueño diferente del de los adultos. Sus ciclos de sueño son más cortos, no duermen tan profundamente como nosotros y se despiertan a menudo por las noches por hambre, ya que sus estómagos son pequeños y la leche materna se digiere pronto, o por otras molestias como tener sucio el pañal. Desde el nacimiento hasta los tres meses es raro que un niño duerma más de 4 horas seguidas, ya que necesita alimentarse. De los 3 a los 6 meses empiezan a despertarse menos y a entrar en un sueño profundo con más facilidad, consiguiendo algunos niños dormir 5 horas seguidas. Durante estos primeros meses no podemos pretender que el niño duerma toda la noche seguida, ya que el hambre le despertará.
A partir de esa edad el sueño del niño irá cambiando con menos despertares y un sueño más profundo, aunque a veces no es así, existiendo situaciones que perturban el sueño de nuestros pequeños y, por lo tanto, el nuestro.
Circunstancias que pueden alterar el descanso nocturno de los niños y sus padres
Siestas diurnas: Aunque los bebés y muchos niños necesitan dormir durante el día, una siesta muy larga o demasiado tarde puede hacer que el niño no duerma por la noche.
Pesadillas: Se dan durante la segunda parte de la noche, en la fase REM, el niño se despierta inquieto y resulta difícil calmarlo, al día siguiente lo recuerda. Es importante escucharle y calmarle, hay que quedarse con él hasta que se tranquilice. Si la misma pesadilla se repite en muchas ocasiones, puede ayudar buscarle un final feliz por el día.
Terrores nocturnos: Se dan al principio de la noche en una fase profunda del sueño, el niño se despierta asustado a veces gritando, pero se duerme en seguida y no recuerda nada. Se suelen dar hasta los 4-5 años de edad. Sería recomendable quedarse con él pero sin despertarlo (ya que en realidad está medio dormido). Tener terrores nocturnos frecuentemente puede ser debido al estrés, a la toma de bebidas o comidas estimulantes con cafeína o con mucha azúcar antes de acostarse y a la falta de sueño (quizá el niño necesite dormir más tiempo, por lo que habrá que ir poco a poco adelantándole la hora de acostarle).
Sonambulismo: El niño camina dormido. Suele pasar al poco tiempo de acostarle. No es recomendable despertar al niño, es mejor llevarle a su habitación y quedarse con él hasta que vuelva a estar tranquilo y quieto en su cama. Estos episodios suelen cesar a partir de los 6 años.
Dificultad para acostarse o dormirse solo: Nosotros los padres hemos decidido que es mejor que duerma solo, pero nuestro hijo necesita nuestra presencia para dormirse o incluso que le cojamos en brazos.
Despertarse por la noche: Esto no supone un problema si el niño se duerme solo otra vez, la dificultad comienza si necesita ayuda para volverse a dormir y los padres deseamos que lo haga solo.
¿Qué puedo hacer para que mi hijo duerma mejor?
El instinto de los niños, incluso de los bebés de pocos días es enorme, como se sienten más seguros es en brazos de sus padres o en su compañía y actúan para conseguirlo, lloran. Así que no es raro, que muchos padres decidamos dormir a nuestros bebés en brazos, acunándoles,… o a los niños más mayores les dejemos dormir en nuestras camas o nos echemos con ellos en las suyas. Y no hay nada de malo en ello, si así somos más felices o conseguimos descansar más los papás y el niño.
Pero hay padres que prefieren que sus hijos duerman solos y sin necesidad de cogerles en brazos o estar con ellos en la cama. Para los que, el hecho de que nuestro hijo duerma solo ,mejora nuestro descanso y el del niño, haciéndonos disfrutar más juntos durante el día.
¿Cuál es la mejor opción? Cualquiera de las dos alternativas es buena y depende de nuestra forma de ver la vida, de nuestras circunstancias personales y de cómo sea nuestro pequeño. Yo misma he utilizado en algún momento de la vida de mis hijas las dos opciones, dependiendo de las necesidades de mis niñas, las mías y las de mi pareja.
LA CRIANZA NATURAL: EL COLECHO
Un defensor de esta teoría es el pediatra Carlos González donde en su libro “Bésame mucho” propugna una forma de criar a los niños basada en el contacto, el amor y no en la disciplina, manifestándose en contra de teorías conductistas. Con respecto al sueño, defiende el colecho (dormir en el mismo lecho que el niño) como práctica, que entre otras cosas, disminuye los trastornos del sueño. Si queréis saber algo más de este tema leer el artículo ¿Es bueno compartir la cama con tus hijos?
TÉCNICAS CONDUCTUALES
Si lo que hemos decidido es que nuestro niño duerma solo podemos utilizar para ello, distintas técnicas conductuales. Algunas de ellas son las que os describo a continuación.
La rutina
Lo que recomiendan los seguidores de estas técnicas es seguir una rutina para conseguir unos hábitos de sueño. Los seres humanos somos rutinarios por naturaleza, nos sentamos en el mismo sitio de clase, aunque nadie nos lo pida, tenemos unas ciertas costumbres sociales y personales a la hora de comer, de dormir… Las rutinas ayudan al niño (y al adulto) porque hacen que anticipe que es la hora de dormir y le dan seguridad. Se trata de seguir un horario para acostar y levantar al niño (teniendo en cuenta sus necesidades de sueño) e incluir unas actividades predecibles y siempre las mismas. Algunas de estas actividades que nos pueden ayudar a crear un hábito son: un baño, ponerle el pijama, cantarle una canción, leerle un cuento, rezar con él, darle un beso (o unos cuantos),… Por supuesto, no hay que ser esclavos de la rutina, no pasa nada si un día vas de excursión y se duermen de otra manera, más tarde, en otro sitio, etc. Lo que no es bueno, es que cada día demos de comer al niño a una hora, o le acostemos a horas diferentes, pero no tampoco podemos vivir atados a unos horarios, todas las normas tienen su excepción.
Método del Doctor Estivill
Eduard Estivill en su libro “Duermete niño” defiende un método consistente en realizar siempre una misma rutina y después dejar al niño sólo en su cuna o cama diciéndole únicamente que le quieres mucho y que le vas a enseñar a dormir, cada poco tiempo volver (con unos tiempos establecidos) y, si continúa despierto, decirle lo mismo. Se trata de ir cada vez aumentando los tiempos con un máximo, yendo a ver al niño cada poco, pero no cogiéndole o tocándole. Si quieres ampliar la información lee el artículo “Método Estivill para enseñar a dormir a tus hijos”.
Alejamiento progresivo o retirada gradual
Se trata de esperar junto al niño hasta que se duerma, al principio en su cama , pero irse alejando poco a poco a lo largo de los días hasta conseguir que duerma solo. ¿Quieres saber más? Lee el artículo “Técnicas alternativas para ensenar a dormir: la retirada gradual”
Refuerzo positivo
Con este método se usan los premios para conseguir que el niño duerma solo. El niño debe poder entender que los premios se aplazan, porque se le dan al día siguiente, esto suele ser sobre los tres años de edad. Si te animas a usarlo consulta el artículo “Los premios como alternativa a dormir sin llorar”
Como habéis visto, existen muchos recursos que podéis usar para solucionar los problemas del sueño de vuestro hijo. Como cada niño es una persona especial con su personalidad, motivaciones e intereses podréis ver cual de estás técnicas se adapta mejor a él y a vosotros como padres. ¡Buena suerte y dulces sueños!