Vamos a intentar explicar brevemente cómo evolucionan en el bebé intrauterino sus órganos sensoriales. Los órganos de los sentidos y los centros cerebrales correspondientes, ya están emplazados desde el final del periodo embrionario, hacia los tres meses de gestación. Las investigaciones nos muestran la cronología de la aparición de los 5 sentidos en este orden:
En este artículo hablamos de...
El tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista.
Foto: Claudia Pérez
Durante los seis meses siguientes los sentidos se desarrollan, y especializan según la naturaleza de su función y la calidad intensidad de los estímulos que reciben. Están estrechamente conectados, unos estímulos con otros.
A las 3 semanas siguientes a la concepción se establecen las bases del sistema nervioso central y se desarrollan el cerebro y la médula espinal.
El tacto: la piel es el primer órganos sensorial que se origina y se desarrolla al mismo tiempo que el sistema nervioso primitivo La sensibilidad cutánea es extremadamente precoz, desde la 7ª semana de gestación alcanza al contorno de la boca, después pasa al rostro, a las palmas de las manos y en los pies aparecerá a las 11 semanas, y a la 15 alcanza el tronco y con 20 semanas de gestación cubre ya todo el cuerpo.
Desde el periodo fetal, el rol de la piel es esencial. La piel del feto está constantemente masajeada por el líquido amniótico, el músculo uterino y la pared abdominal. Estas estimulaciones se transmiten a otros órganos sensoriales y al sistema nervioso, que tiene el mismo origen que la piel: uno y otro, se han desarrollado a partir del ectodermo. Las estimulaciones táctiles contribuyen al desarrollo del sistema nervioso.
El sonido juega un papel muy importante en este sentido. A parte del movimiento corporal de la madre lo que principalmente pone en vibración el líquido amniótico y las paredes uterinas son los constantes sonidos internos del cuerpo de la madre, el sonido de su voz y los sonidos externos que pueden llegara al útero. El bebé percibe los sonidos como vibración táctil ya desde las primeras semanas de gestación desde su fase embrionaria. El sonido ejerce un masaje constante en su piel.
El gusto: Los receptores gustativos se forman juntamente con los del olfato y guardan una correspondencia durante toda la vida. Se desarrollan a partir de la 9ª semana y alcanzan su madurez hacia la 13ª. Primero se forman sobre el conjunto de la mucosa bucal, y seguidamente se concentran en la lengua.
El líquido amniótico baña constantemente la boca del feto, este absorbe cada día cierta cantidad de líquido amniótico, más de un litro al final de toda la gestación. El líquido amniótico, se perfuma y cambia de gusto según los alimentos que tome la madre. De esta forma el niño se va sensibilizando a los alimentos y distintos sabores.
El olfato: Los receptores olfativos aparecen entre la 5ª y la 9ª semana y entran en actividad hacia la 11ª semana, y funcionan plenamente entre la 25 y 30. El nervio olfativo está formado a partir de la 9ª. En nuestro medio aéreo, nuestro olfato capta las moléculas olorosas que están en el aire. En el útero el feto las detecta en el líquido amniótico, gracias a un órgano específico llamado vomeronasal, que desaparecerá después del nacimiento y que le ayudará a reconocer precisamente la leche de su madre.
El oído: Es el sentido más estudiado y observado por su valor especial en el desarrollo del feto. Las estructuras del oído se dibujan a partir del día 24. La cóclea, parte del oído interno que descodifica los sonidos y los transmite al cerebro a través del nervio auditivo aparece a la 6ª semana y alcanza su tamaño adulto a la 20ª semana.
El aparato auditivo es el único que está completamente terminado en el nacimiento.
Los sonidos exteriores pasan muy poco a través de la pared abdominal: los tejidos blandos amortiguan y los filtran considerablemente. Pero el líquido amniótico permite que se transmitan con facilidad. Solo penetran los sonidos graves, y los muy, muy agudos. La voz del padre puede llegar al útero si se proyecta a pocos centímetros de la pared abdominal. En este mundo de escuchas en frecuencias graves la voz aguda de la madre sobresale entre tantos sonidos bajos. La voz de la madre posee sin duda un significado simbólico y vital especial, siendo la única fuente sonora interna que se modula, se modifica en sus distintos parámetros, adquiere matices emocionales y que se orienta de forma exclusiva hacia el bebé.
Este pequeño resumen de los sentidos del niño por nacer, nos puede ayudar a ponernos en contacto con ese pequeño que está dentro de nosotras, y conocer un poco más su vida intrauterina, y arroparlo con nuestra voz, hasta que podamos abrazarlo por primera vez.