Muchas veces los padres no sabemos muy bien si es bueno elogiar mucho a los niños por lo inteligentes que son, o por cómo hacen las cosas, sin importar el grado de inteligencia que tengan. Y no solo eso, sino que a menudo caemos en etiquetas y en la comparación con otros niños. Además vivimos en una cultura que penaliza el error y lo trata como algo que tenemos que evitar a toda costa, pues nos llevará al fracaso.
Foto de michale vía Flickr
De lo que no nos damos cuenta es que todas estas creencias pueden condicionar el desarrollo intelectual de nuestros hijos y la forma que tienen de afrontar sus problemas.
Un interesante estudio llevado a cabo por la psicóloga Carol Dweck, separó a 400 niños en 2 grupos. El primer grupo recibió elogios por lo inteligentes que eran y el otro grupo fue elogiado por su esfuerzo. Pues bien, el estudio concluyó que el grupo al que se elogió por su inteligencia elegía pruebas más sencillas para evitar el fracaso. Por el contrario, el grupo elogiado por su esfuerzo tenía una tendencia mayor a seguir haciéndolo y escogía las pruebas más difíciles, para poner a prueba sus capacidades.
Es decir que si nos pasamos el día alabando la inteligencia de nuestros hijos, estos lo tomarán como algo que ya han desarrollado y no harán nada por mejorarlo, evitando las pruebas en las que puedan fallar, para no dañar esa imagen. Si por el contrario les reconocemos el esfuerzo, adoptarán su desarrollo como un camino en progreso y seguirán esforzándose para conseguir sus objetivos, a pesar de los errores que vayan cometiendo por el camino, rindiendo a un nivel superior.
Tenemos la creencia de que nacemos con un grado de inteligencia y que este no cambiará durante nuestro desarrollo y es precisamente esa actitud hacia el concepto de mente rígida y la no tolerancia a los errores la que nos lleva a no desarrollarla completamente.
De esa forma, si transmitimos estas mismas creencias a nuestros hijos, estaremos limitando sus capacidades y evitando su desarrollo. Además si tienen miedo al fracaso, estarán poniendo un freno a su aprendizaje, porque no aceptarán sur retos y no se esforzarán por superar sus fallos.
Además las etiquetas (aunque sean buenas) lejos de ser positivas pueden ser perjudiciales para los niños, ya que inculcan a los niños el concepto de mente fija y hacer que el niño se quede anclado en ese estado, no intentando hacer nada por mejorar su rendimiento.
Si por el contrario aceptamos que su cerebro (y el nuestro) está dotado de una gran plasticidad, por lo que puede cambiar, y les enseñamos que los errores son una parte fundamental de su aprendizaje, valorando su esfuerzo, estaremos potenciando sus capacidades y fomentando su desarrollo.
¿Alabas a tus hijos por su esfuerzo o por su inteligencia?
Un artículo muy bueno. Siempre lo intento poner en práctica, con mi hijo, en el trabajo, en el deporte… y veo que la respuesta siempre es positiva.