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Estimulación Auditiva
El oído es el primer órgano de los sentidos que se forma en el ser humano, alrededor del quinto mes de gestación.
Pese a las barreras que lo rodean, el útero, los músculos y la piel de la madre, el bebé vive en una estimulante matriz de sonidos movimientos y vibraciones.
Se sabe que la voz llega con un timbre y un ritmo que le permiten reconocerla, en particular la materna, que llega transmitida a través del cuerpo con mayor intensidad y características particulares que permiten una más precisa distinción. Existen numerosas experiencias con estímulo sonoro para modificar la frecuencia cardíaca fetal y obtener patrones de salud fetal. En Medicina Perinatal se utiliza una corneta u otro generador de sonido, para evocar una cierta respuesta en el bebé y así poder evaluar su estado de salud.
Se sabe que el niño responde al sonido desde la semana 16 de gestación, hecho más que interesante ya que las estructuras del oído no están completamente maduras hasta las 24 semanas, sugiriendo “percepción” por algún sistema alternativo. Se supone que la piel actúa como un “gran receptor” de toda la información vibrátil y que luego se van agregando elementos más especializados.
Aprendizaje del habla
Los bebés aprenden el lenguaje materno dentro del útero. Se descubrió que los llantos en los neonatos tienen correspondencia con la entonación y ritmo y otras expresiones del habla con el de la madre. Los espectrógrafos revelaron que había correspondencia entre el habla de la madre y la del bebé Y eso mismo sucede con la música (Ruth Fridman, investigadora argentina y Presidenta de la Sociedad Internacional Musical para el Desarrollo Prenatal.), dijo que el vientre materno “es la primera escuela hacia el habla y la música”. O sea, que en el curso de un embarazo de 40 semanas el feto tendrá de 4 a 6 meses de voz musical o hablada.
Desarrollo de la audición intraútero
Variados estudios han demostrado que desde antes de nacer, el bebe ya tiene desarrollados sus cinco sentidos: el tacto, la visión, la audición, el gusto y el olfato.
El sentido del oído se desarrolla en el quinto mes de gestación y desde entonces el bebé comienza a escuchar el fluir de la sangre, los latidos del corazón, la voz de su madre que poco a poco comienza a reconocer y sonidos del exterior.
Si de pronto una puerta se cierra fuerte, el bebé dentro de la panza se sobresalta y aumenta su frecuencia cardiaca.
La Dra. Alexandra Lamont, de la Universidad de Leicester, Inglaterra, miembro de la sociedad europea para las ciencias cognoscitivas de la música hizo variadas publicaciones al respecto.
En sus informes comenta que más allá de que el bebé desarrolla en el útero el sentido de la vista, la audición es el único sentido que los conecta con el mundo externo.
El bebé en el vientre materno, según expone Gabriel Federico en su libro “La vida secreta del niño intrauterino” es un ser consciente, que siente y recuerda, y, puesto que existe, lo que le ocurre —lo que nos ocurre a todos nosotros— en los nueve meses que van de la concepción al nacimiento moldea y forma la personalidad, los impulsos y las ambiciones de manera significativa.
Aunque, en un sentido científico, esto es sumamente estimulante (entre otras cosas, desplaza definitivamente la vieja idea freudiana de que la personalidad no comienza a formarse hasta el segundo o tercer año de vida), aun lo es más la forma en que profundiza y enriquece el significado y la importancia del hecho de ser padres, sobre todo madres. En realidad, el aspecto más gratificante de estos nuevos conocimientos consiste en lo que revelan sobre la gestante y el papel que ésta desempeña formando y guiando la personalidad de su hijo no nacido. Sus herramientas son sus pensamientos y sentimientos, y con ellos tiene la posibilidad de crear un ser humano favorecido con más ventajas de las que anteriormente se consideraban posibles.
El neonato, comenta Federico, ya puede recordar, oír e incluso aprender. En realidad, tal como demostró un grupo de investigadores en lo que ha llegado a considerarse un informe clásico, el niño no nacido es un aprendiz muy veloz.
Si tomamos conciencia de que el único sentido que permite al bebe conectarse con el exterior es la audición, podemos entender lo importante que es conectarse con él a través de palabras, canciones, música.
Lo increíble es que la música puede dejar de ser un fin en sí mismo y convertirse así en un recurso a partir del cual mamá y papá pueden abrazar, acariciar y nutrir al nuevo ser, mucho antes de poder tocarlo con las manos y mirarlo a los ojos.
Foto cortesía de Karolina Lubryczynska vía Flickr licencia CC
