Son muchos los padres lo que acuden a los profesionales preocupados diciendo «mi hijo no quiere estudiar» y es que en un mundo cada vez más competitivo y cambiante es fundamental la formación para intentar asegurar el futuro laboral de nuestros pequeños. Pero ¿qué podemos hacer los padres si vemos a nuestro hijo desmotivado a la hora de estudiar?
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En este artículo hablamos de...
«Mi hijo no quiere estudiar»: pautas para los padres
Comunicación más fluida
A la hora de intentar resolver cualquier diferencia de opinión con nuestros hijos es fundamental tener una buena comunicación con ellos que favorezca la escucha activa, el respeto mutuo y que facilite la toma de decisiones por parte de los niños , siendo imprescindible para ello mostrar empatía y tener en cuenta sus sentimientos. Por ello, hay que intentar no dejarse llevar por el enfado, ya que es importante saber lo qué le pasa y por qué le pasa.
Nuestras conversaciones no solo tienen que girar en torno a los estudios, sino que tenemos que mostrar interés en otros temas que sean importantes para ellos (música, deportes, amigos) y dejar que tengan un tiempo reservado para eso. La flexibilidad y las soluciones pactadas, siempre son mejor opción que las impuestas.
Averiguar la causa de su desmotivación
Las causas de que nuestro hijo no quiera estudiar pueden ser múltiples por lo que las soluciones serán también diversas y el primer paso será conocerlas, a través diálogo, la observación de su comportamiento en distintas situaciones, la comunicación con el colegio, etc.
Algunas circunstancias (que no todas) que pueden favorecer la desmotivación son las siguientes:
- Dificultades de aprendizaje: quizá al niño le cuesta seguir el ritmo de la clase o no comprende bien las explicaciones, por distintas circunstancias como presentar déficit de atención, dislexia, un trastorno específico del lenguaje, etc. En ese caso, la mejor opción es que un especialista le evalúe y oriente su aprendizaje.
- Superdotación: aunque parezca un contrasentido muchos niños con altas capacidades sufren fracaso escolar por aburrimiento en el aula, dificultades emocionales ,etc. Si sospechamos que este puede ser nuestro caso también habrá que acudir a un experto que nos ayude.
- Problemas emocionales: los niños pueden estar sufriendo ansiedad, depresión, tristeza, por causas relacionadas con el colegio (acoso escolar, conflictos con los profesores, aislamiento,…) o externas a él (problemas familiares, abusos,…) que influyan en su rendimiento escolar.
- Problemas físicos: problemas con la alimentación, el sueño, enfermedades que causan fatiga o dolor, medicamentos que producen sueño o problemas de atención y memoria,…
- No saber organizar su tiempo y estudio: muchos niños tienen unas calificaciones bajas porque no son capaces de organizar su tiempo de estudio y planificar como realizar trabajos en distintos pasos, siendo importante, en este caso, ayudarles a realizar un calendario de estudio, plantearles objetivos a corto plazo y poco a poco dejarles cada vez más autonomía para que vaya siendo ellos los que se organicen de forma independiente.
- No tener unas técnicas de estudio adecuadas: en ocasiones la dificultad radica en que el pequeño desconoce como estudiar de una forma efectiva para lo que es imprescindible conocer técnicas de estudio eficaces.
- Baja autoestima: hay niños que son ya etiquetados de determinada manera por los demás y por ellos mismos y presentan un autoconcepto negativo de sí mismos a la hora de abordar determinados aprendizajes (lo que favorece que su frustración, inseguridad y bajo rendimiento). Que nosotros creamos de verdad en las posibilidades de nuestros hijos les ayudará a ellos a tener un mejor concepto de sí mismos.Valorar el esfuerzo más que los resultados y predicar con el ejemplo también puede servir de ayuda.
- Falta de interés: aprendizajes que encuentran aburridos, a los que no encuentran aplicación,… no ayudan a que el niño se encuentra motivado. Buscar formas de aprendizajes divertidas: a través de las TIC, del juego, en entornos reales, excursiones,… pueden hacer que surja en ellos una verdadera motivación intrínseca por aprender.
Hablar de su proyecto de vida
Para poder guiar a nuestros hijos hay que saber cuál es su vocación o sus intereses actuales y dialogar con ellos sobre este tema, estableciendo planes de como lograrlos a corto y largo plazo, respetando sus deseos y no imponiendo los nuestros.
Aunque es normal que en ciertas etapas de la vida (en especial en la adolescencia), surjan dudas, desorientación y no saber que hacer en un futuro. Pero a través de la escucha y el respeto se les puede apoyar en estos momentos de incertidumbre.
Son muchas las causas que hacen que los niños se encuentren desmotivados pero los padres podemos ser parte de la solución a estas dificultades.